jueves, 15 de abril de 2010

Es primavera ¿sabes en dónde están tus propósitos financieros?

Dice el dicho que prometer no cuesta nada. ¿Será? Prometer sin cumplir, sobre todo cuando se trata de promesas financieras que nada más “no se nos da hacer realidad”, tiene un enorme costo. Un costo en ahorro perdido, en oportunidades mal gastadas, en riesgos innecesarios.


Dice otro refrán que “del dicho al hecho hay mucho trecho”. Esto es real porque como caperucitas nos perdemos en el bosque pretendiendo tomar el camino corto, que en verdad es el largo, cayendo presas de los lobos feroces que nos asechan y quieren nuestras quincenas. Hacemos una promesa a principios de enero, medio que la cumplimos-medio que la dejamos, pero no la volvemos a evaluar o a pensar en ella hasta enero de un año después.

Éste será diferente. Acabando el primer trimestre del año creo que es buen momento de tomar un respiro y ver cómo vamos con nuestros propósitos financieros que juramos (por ésta) cumplir. Tomen esto como un alto en el camino para dar una afinación y balanceo a nuestros planes de dinero.

Saca tu lista. Si bien lo hiciste en enero, tus propósitos financieros los tuviste que haber hecho por escrito. Si es así saca la lista, en caso de que sólo los hayas tenido en mente saca lápiz y papel y escríbelos. Toma, además una hoja de papel nueva y divídela en tres columnas. En la primera transcribe tus propósitos.

Junto a cada propósito escribe qué has hecho para que esos propósitos se volvieran realidad. ¿Prometiste ahorrar más? ¿Cómo le estás haciendo? ¿Prometiste comprar un seguro de gastos médicos… cuáles estás evaluando? ¿Prometiste convertirte en un mejor inversionista… dónde y cómo estás aprendiendo de inversiones?

Junto a cada lista de acciones escribe el resultado que has obtenido en cada una. Muy probablemente muchos estén en proceso, pero en qué parte del proceso están. Cuánto tienes ahorrado, qué tan llena está tu cuenta de emergencia, tu testamento está o no firmado ante notario, qué tanto se han reducido tus deudas.

Evalúa la ecuación acción-resultado. No, no necesitas sacar calculadora ni aprender a derivar e integrar, simplemente fíjate en la lista de cuántas acciones realizaste para cada objetivo y el resultado que se ha obtenido. Lo más probable es que entre menos acciones concretas, menores sean los resultados.

Replantea. Borra las columnas dos y tres y empieza a plantear acciones concretas nuevas junto a cada propósito. Si las que venías realizando tuvieron buenos resultados, vuélvelas a escribir.
Si lo que habías realizado fue poco productivo, repiensa tu estrategia y tu plan de acción.
No dejes ningún objetivo sin una lista de acciones concretas que tengas que hacer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario