viernes, 7 de mayo de 2010

El alto costo del verano

Doktor Dinero: Empieza mayo y en mi cabeza sólo hay una pregunta que me deja sin dormir ¡¿¡¿¡¿Qué hago con mis hijos este verano?!?!?! Tanto yo como mi marido trabajamos y necesitamos tenerlos ocupados para que no se vuelvan locos y nos vuelvan locos a nosotros. Además, como bien dicen, el ocio es la madre de todos los vicios. Auxilio P.D.


Es el mejor de los tiempos y el peor también; son las semanas de relajación y las de tensión, el momento de no tener ninguna responsabilidad y el de buscar desesperadamente a qué dedicar las horas.
Si Charles Dickens viviera, probablemente así describiría la dicotomía que viven millones de familias durante las vacaciones de verano: mientras que para los hijos esta es la época en donde acaban los problemas (no tener que lidiar con los problemas de geometría), para los padres es una temporada de completo desajuste en la rutina diaria que puede ocasionar serios cambios en la dinámica y finanzas familiares.

El “ocio de los hijos” durante los meses de julio y agosto implica que los padres tengan que:
a) Encontrar quién se haga responsable de ellos mientras trabajan (en caso de casas monoparentales o en donde ambos trabajan) un tema que pone en evidencia los grandes rezagos en políticas públicas en lo que apoyo a los padres y madres trabajadores se refiere;
b) Ocuparlos en actividades productivas que los alejen de las, cada vez mayores, tentaciones que existen en el medio ambiente, y
c) Enfrentar una serie de gastos adicionales pueden presionar el presupuesto familiar.

Dentro de las opciones que tienes para ocupar a tus hijos durante el verano se encuentran las siguientes:

Horarios extendidos de las escuelas: muchas escuelas ofrecen “horarios extendidos” o sea un mayor número de semanas de actividades en donde si bien no se sigue el currículum de todo el año, se organizan opciones educativas y recreativas. En algunos planteles reciben a niños que no cursan ahí el resto del año escolar.

Campamentos de verano: de día o de dormir, en México o en el extranjero, de campismo o de instrucción en actividades particulares… Existe un enorme número de campamentos de verano disponible para niños a partir de los cinco años. Averigua en la escuela o con tu grupo de amistades sobre aquellos en donde la experiencia haya sido satisfactoria e infórmate bien sobre los pormenores tales como certificación de los instructores, proporción de adultos por niños, instalaciones médicas y facilidad de comunicación. Esta opción puede ser cara, averigua sobre los descuentos que ofrecen muchos de ellos por pagos adelantados, afiliación a algún grupo o asistencia de varios hermanos.

Abuelos al mando: el convivir por una temporada con “la voz de la experiencia” puede ser una interesante actividad intergeneracional tanto para tus hijos como para los abuelos. Mucho ojo, antes de tomar en cuenta esta opción cuida que sea algo en lo que tus padres o suegros estén de acuerdo, que tengan la energía para hacerse cargo de los niños y que la visita tenga un fin y actividades específicas (nada de irse a casa de la abuelita a ver la televisión).

A Chambear: una opción para los hijos más grandes, a partir de los diez años, y particularmente interesante para adolescentes es que encuentren un trabajo de verano, ya sea en alguna empresa que formalmente los contrate o por medio de amigos y familiares que puedan ofrecerles una visión del “campo empresarial”. Si no es un trabajo formal vigila que su asistencia tenga un objetivo con responsabilidades determinadas y que, por más simbólico que sea, reciban un pago por su esfuerzo.

Trabajo social: otra opción también para los más grandes es que dediquen su tiempo a alguna institución de beneficencia, algo que puede ser una experiencia invaluable. Ojo: estas organizaciones no son “nanas”, vigila que tu hijo tenga la capacidad de realizar los trabajos que se piden, y que no haga a los demás perder el tiempo, antes de considerar esta opción.

Tanda de verano: organízate con un grupo de papás y que cada quien se responsabilice por los niños durante un día a la semana en un horario determinado. Siéntense con anterioridad para vigilar no repetir excesivamente la misma actividad. Si se juntan diez papás, será tu responsabilidad organizar las actividades sólo una vez cada 15 días.

Un grave problema del verano es que tendemos a darles a los hijos más dinero para solventar sus actividades, algo que en el día a día parece un gasto minúsculo, pero que en el acumulado puede agujerar el presupuesto familiar.

• Evita, por falta de imaginación, las “actividades consumistas” como ir a pasear al centro comercial o ver tres veces la misma película. Averigua, por medio de revistas especializadas, como Dónde o Tiempo Libre, actividades diferentes que se puedan llevar a cabo con un nulo o mínimo costo.

• Es cierto que las necesidades de “dinero personal” de los niños, particularmente de los que ya están en una edad más independiente, puede aumentar durante el verano, pero evita llegar al extremo de darles dinero cada día. Antes de empezar las vacaciones, hagan juntos un presupuesto que tome en cuenta los gastos extra que van a realizar y ajusta “el domingo” con base en estos requerimientos temporales.

• Muchas veces desembolsamos dinero extra por la culpa de no poder pasar más tiempo con ellos (“no puedo ir contigo, pero toma 50 pesos”). Compensa tu ausencia no con billetes sino con calidad de tiempo: organiza, en las tardes o los fines de semana, actividades diferentes que les hagan sentir que realmente “están de vacaciones”.

…Y en caso de extrema desesperación piensa que al empezar el verano van a faltar tan sólo siete semanas… 49 días… 1,176 horas… 70,560 minutos…4,233,600 segundos antes de que las clases, y la bendita rutina, empiecen de nuevo.

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